Más Estados han perecido por la depravación de las costumbres que por la violación de las leyes. Montesquieu.
La suma de los hábitos consolidados en la ciudadanía es un factor predominante en materia de desarrollo de la ciudad. Los paradigmas y las estructuras de pensamiento que imperan en la ciudad son tan diversos como el número de ciudadanos, existen algunos que retrasan el desarrollo social, económico, político y cultural, ya que consolidan dinámicas empobrecedoras para la sociedad.
Todos debemos contribuir con la transformación y enriquecimiento cultural de la sociedad, siendo promotores desde el ejemplo de hábitos saludables, productivos y enriquecedores. La consolidación, en nuestra sociedad, de modelos de éxito basados en la Cultura del Dinero Fácil y la ilegalidad lleva a los ciudadanos a pensar en proyectos de vida inmediatistas, que no valoran, ni promueven la formación, el crecimiento personal y la generación de riqueza a partir del conocimiento, ideas, productos o servicios en el marco de la legalidad, la dignidad, la competitividad y la productividad.
Esas son consecuencias colaterales del conflicto interno de nuestro país, debemos hacer de la Cultura Ciudadana una herramienta que nos permita pasar la página y empezar a construir una ciudadanía resiliente y productiva que traiga bienestar a toda la sociedad.
Este es un componente fundamental para consolidar la cultura de la legalidad; de esta forma podríamos hacer un aporte para deslegitimar ideales corrosivos para la sociedad. La promoción de la cultura de legalidad, productividad y desarrollo nos permitirá formar Hombres y Mujeres dignos, responsables, productivos que miren en la existencia una oportunidad para trascender y construir ciudad, nación y civilización.