Ciudadanía corporativa en Bogotá – Artículo

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“Aprender a cuidar el entorno no debería ser considerado una opción, sino un requisito indispensable para la supervivencia de aquellas empresas que quieran garantizar su perdurabilidad y existencia en el largo plazo”

Uno de los desafíos más importantes de las sociedades modernas es la consolidación de dinámicas que garanticen un desarrollo sostenible, en términos económicos, sociales, culturales, políticos y Medioambientales. En esta búsqueda de nuevas prácticas y procesos que nos acerquen a la construcción de sociedades con mejor calidad de vida, las empresas juegan un papel determinante, ya que les corresponde implementar dentro de sus estructuras operativas cambios que les permitan combinar de manera armónica su objetivo esencial de generar riqueza y al mismo tiempo renovar su compromiso con la sociedad desde una óptica en la que la rentabilidad no solo se mida en términos económicos de manera individual, sino también en términos de bienestar colectivo.

La falta de cumplimiento de las normas por parte de las empresas tiene un costo, que se traslada a la sociedad en la cual la empresa desarrolla sus actividades. Ya no es posible creer que el sector privado le hace un favor a la sociedad al generar empleo, sin importar el impacto de sus acciones con todo su entorno, las empresas son sujeto de derechos, pero también deben dar cuenta del cumplimiento de sus deberes. No es casual que “La ciudadanía en general, como concepto que apropia al individuo frente a su territorio o al espacio que habita, hacedor de deberes y derechos, y ligado a unos principios universales, se ha hecho extensiva, desde hace pocos años en el contexto de América Latina, al mundo de las organizaciones, en el que se conciben tanto sujetos económicos como sujetos sociales” 2.

Es así, como las empresas deben ejercer su ciudadanía corporativa sobre la base de sus acciones, no sobre discursos grandilocuentes que no correspondan con la realidad de sus actuaciones, ya que para las sociedades actuales está claro que “la empresa se introduce en la sociedad no sólo como sujeto económico activo, sino también como sujeto social actuante (Capriotti, 1992 y 1999)”3 . A ninguna sociedad le sirve alojar en su interior una empresa que genere empleo y utilidades para sus propietarios al tiempo que a la sociedad le genera daños ambientales, violación de derechos humanos, explotación infantil, contaminación, destrucción de su mobiliario, violencia, inseguridad, e insalubridad, entre otras acciones que están en contravía de la construcción de mejores sociedades.

El rol protagónico que puede y debe jugar la empresa privada en la construcción de un mejor mundo, llevo el 31 de enero de 1999 en el marco del Foro Económico Mundial al entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, a proponer el Pacto Mundial, el cual “se propone aprovechar la fuerza de la acción colectiva para fomentar la responsabilidad cívica de las empresas de modo que éstas puedan contribuir a la solución de los retos que plantea la globalización”4 Quienes se unieron a este pacto lo hicieron de manera voluntaria, porque comparten la visión de este problema a escala global. Sin embargo, se hace necesario asumir como propios los desafíos de carácter local, ya que desde nuestra cotidianidad podemos darle respuesta a muchos de los problemas que aquejan nuestra ciudad.

Podemos empezar por no destruir el mobiliario urbano, como lo muestra la galería a la cual corresponde este artículo. Son constantes las quejas en nuestra ciudad porque hay huecos, los semáforos no funcionan, por  la  congestión vehicular, por la contaminación… etc., Sin embargo el sector privado le puede dar solución a muchas de estas dificultades brindándoles capacitación a sus conductores, utilizando productos biodegradables, adquiriendo tecnología verde, implementando procesos que minimicen su impacto ambiental, manteniendo sus vehículos en óptimas condiciones técnicas, etc. Los procesos de formación y capacitación al interior de las empresas cobran aún más importancia cuando entendemos que en muchas ocasiones las labores de transporte están en manos de personal no calificado, personas que desarrollan esta actividad únicamente con la capacidad de conducir un vehículo y solo manejan el conocimiento técnico que se requiere para hacer desplazamientos a nivel urbano. Los procesos de instrucción deben estar a la orden del día a nivel empresarial, no olvidemos que “las personas instruidas son más racionales y muestran mayor compromiso con el devenir de la sociedad de la cual forman parte. Y eso se reproduce, multiplica casi instantáneamente a los múltiples círculos en los cuales se conduce cada individuo (familiar, barrial, social, escolar)”5 .

Para adelantar este tipo de actividades resultan muy útiles las acciones conjuntas entre la empresa privada y las ONG que trabajan en la materia, como lo hacen la Cámara de Comercio de Madrid y la Fundación PONS en España, quienes organizan “el Ciclo “Seguridad vial y Responsabilidad Social Corporativa” con el objetivo de formar en seguridad vial a los responsables de la empresa, así como a sus empleados, lo que repercutirá en un mejor desempeño económico, social y medioambiental de la organización”6 .

El impacto positivo que podrían tener sobre la movilidad de nuestra capital las empresas que diariamente transportan personas y mercancías nos permitirían avanzar de  la Bogotá que tenemos hacia la ciudad ideal que debemos construir para nosotros y para las futuras generaciones, solo entonces podremos asumir retos mucho más ambiciosos, recordemos que “El Pacto Mundial pide a las empresas que hagan suyos, apoyen y lleven a la práctica un conjunto de valores fundamentales en materia de Derechos Humanos, Normas Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción”7 , si no respetamos ni cuidamos nuestra infraestructura, ¿Cómo podremos asumir compromisos de mayor dificultad?

La necesidad de que la empresa privada asuma el compromiso de ejercer ciudadanía corporativa de la mejor manera es determinante para el desarrollo de nuestra ciudad, más aun si tenemos en cuenta que nuestro sistema político y económico se ajusta al modelo de las democracias liberales, en las cuales el desarrollo de la iniciativa y la empresa privada constituyen el eje central sobre el cual se generan las dinámicas sociales, y cobra aun mayor importancia en el entendido de que “la empresa es una persona jurídica, conformada por personas naturales, y de ahí su responsabilidad, sobre todo su responsabilidad social como buen ciudadano que debe ser. Una empresa socialmente responsable, en definitiva, es como una buena persona, un buen ciudadano corporativo, que cumple a cabalidad sus deberes económicos, sociales y ambientales”8 .

Para avanzar en la construcción de una mejor ciudad es necesario que el Gobierno sea eficiente y maneje de manera honesta e inteligente los recursos públicos que le son dados para el cumplimiento de sus funciones. Se necesita también de una ciudadanía activa, corresponsable, que vaya en búsqueda de sus objetivos individuales y colectivos sin perder el equilibrio que debe existir entre la exigencia de derechos y el cumplimiento de deberes, pero también se necesita un sector empresarial que asuma su responsabilidad en la construcción de una mejor ciudad y retribuya beneficios a la sociedad en la cual ejerce su actividad económica ejerciendo una ciudadanía corporativa responsable. Solo de esta manera podremos avanzar desde lo local en la construcción de un mundo que  “se integra bajo un sistema internacional que impulsa cambios y transformaciones imparables en el devenir de las civilizaciones”9

[pie]Toro Bernardo, “Ciudadanía  Corporativa. 7 aprendizajes básicos. Empresas ciudadanas y éticas”, En: Portal de las Responsabilidades y el Desarrollo Sustentable, Disponible en: http://www.codigor.com.ar/ciudadaniacorp.htm[/pie]

[pie]Montoya Juan Carlos, “Ciudadanía corporativa”, Abril 12 de 2011, En: Portafolio.co, Disponible en: http://www.portafolio.co/columnistas/ciudadania-corporativa

[pie]Capriotti Paul, “Concepción e Importancia Actual de la Ciudadanía Corporativa”, En: Razón y Palabra, Número 53, Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n53/pcapriotti.html[/pie]

[pie]“El Pacto Mundial. Antecedentes”, Naciones Unidas, Disponible en: http://www.un.org/es/globalcompact/context.shtml[/pie]

[pie]Op.cit, Toro Bernardo, “Ciudadanía  Corporativa. 7 aprendizajes básicos. Empresas ciudadanas y éticas”, En: Portal de las Responsabilidades y el Desarrollo Sustentable, Disponible en: http://www.codigor.com.ar/ciudadaniacorp.htm[/pie]

[pie]“La Cámara de Comercio de Madrid apuesta por la Seguridad Vial y la Responsabilidad Social Corporativa”, En: granpyme.com, Disponible en: http://www.granpyme.com/3/4/2012/camara-comercio-madrid-apuesta-seguridad-vial-y-responsabilidad-social-corporativa[/pie]

[pie]“El Pacto Mundial. Los diez principios”, Naciones Unidas, Disponible en: http://www.un.org/es/globalcompact/principles.shtml[/pie]

[pie]“La reputación, un activo que da mucho más valor a la empresa”, En: RSEConsultoria.com, Julio 3 de 2012, Disponible en: http://www.rseconsultoria.com/index.php/noticias/documentos/145-la-reputacion-un-activo-que-da-mucho-mas-valor-a-la-empresa#.UCPx4FtaNt4.twitter[/pie]

[pie]Montoya Juan Carlos, “Ciudadanía corporativa”, Abril 12 de 2011, En: Portafolio.co, Disponible en: http://www.portafolio.co/columnistas/ciudadania-corporativa[/pie]