A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa.
Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) Escritor y filósofo francés
Podríamos iniciar este artículo recordando la célebre frase del Político Estadounidense Robert Green Ingersoll: En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias. Esto es lo que ocurre con las actuales condiciones en materia de Seguridad en nuestra querida Bogotá. Nosotros como ciudadanos no dimensionamos el impacto que tienen algunas de nuestras prácticas cotidianas, las cuales aunque se encuentren revestidas de un manto de legitimidad, inocencia, transparencia, buenas intenciones y racionalidad económica, forman parte de círculos viciosos que retroalimentan dinámicas perjudiciales para nuestra sociedad. Algunas de estas prácticas forman parte de nuestro día a día, ya sea porque actuemos como sujetos activos o pasivos somos responsables de su existencia por acción o por omisión.
Esta es una invitación a reflexionar acerca del papel transformador que podemos jugar si desde el ejercicio responsable de ciudadanía combatimos con ejemplo y desde la crítica constructiva prácticas como la Compra de objetos robados y el Consumo en la economía informal, prácticas que tienen a su vez incidencia directa en nuestro Desarrollo Económico.
Aunque en una mirada inicial podríamos pensar que estos son temas de interés local, es necesario aclarar que responden a dinámicas de orden global, razón por la cual hacemos extensiva la invitación a ejercer ciudadanía de manera responsable no solo a los Bogotanos, sino a los habitantes de los demás centros urbanos en los que se presenten las mismas problemáticas. Es en este contexto donde cobran vigencia las palabras de Kofi A. Annan, Ex – Secretario General de las Naciones Unidas, quien hacia la siguiente reflexión: «Los mismos medios tecnológicos que fomentan la mundialización y la expansión transnacional de la sociedad civil también proporcionan la infraestructura para ampliar las redes mundiales de la sociedad «incivil» — vale decir, la delincuencia organizada, el tráfico de drogas, el lavado de dinero y el terrorismo.» 1
A manera de ejemplo podríamos mencionar el caso de los robos de teléfonos móviles, los cuales son comercializados a nivel regional, gracias a estructuras delictivas de carácter internacional, las cuales se encuentran articuladas y coordinan tareas de logística con el propósito de cumplir sus objetivos delincuenciales, los cuales se encuentran enmarcados en la cultura del dinero fácil, a costa de la vida de nuestros compatriotas y demás hermanos latinoamericanos. La pregunta que nos debemos hacer como ciudadanos es ¿vamos a seguir haciendo rentable este negocio asesino promoviéndolo desde nuestro consumo?
Al respecto vale la pena destacar la iniciativa del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones CCIT, contemplada en La Declaración de Bogotá, “documento en donde los involucrados reconocen la problemática que existe frente al hurto de celulares y se comprometen a cumplir acciones coordinadas para la combatir el flagelo que afecta día a día la seguridad de los ciudadanos”2 (sic). El gobierno ya dio un paso significativo para hacer frente a este flagelo, solo falta que nosotros los ciudadanos acompañemos esta iniciativa desde un ejercicio responsable de ciudadanía y nos unamos a los gobiernos y las empresas que se comprometieron a “enfrentar este delito debido al fuerte impacto negativo que este negocio fraudulento constituye para la seguridad de los ciudadanos, evidenciado en las cifras de agresiones físicas y de pérdidas de vidas humanas”3 .
A continuación presentamos algunas consideraciones acerca de como estas dos actividades tan arraigadas en nuestra sociedad nos afectan, evidenciando de que manera podemos ser directos responsables de las actuales condiciones de seguridad, para que a partir de allí podamos visualizar una mejor ciudad, con mejores condiciones de seguridad y asumamos el compromiso de jugar un papel activo en la transformación de nuestra querida Bogotá desde el cambio y el compromiso personal, renunciando a malas prácticas, asumiendo y promoviendo un ejercicio de ciudadanía responsable, resiliente y constructivo, que nos permita asumir el logro de nuestros intereses individuales en armonía con los retos de nuestra sociedad.
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